¡Vaya con Narbona!

Así que, a partir de ahora, los toros al matadero, ¿no?. Como la ministra lo dice... .

Aunque aún es más sorprendente que haya organizaciones de defensa (¿?) de los animales que dicen que más del ¡70%! de los españoles nos pondríamos contentos si se prohíbe la suerte suprema en el ruedo. Perdonen la expresión, pero es que es para ello: ¡Hay que joderse!. Que se den una vuelta por tierras salmantinas, de donde el que les escribe se precia ser, y que pregunten.
A lo mejor el 70% son las personas dispuestas a decirle cuatro cosas bien dichas a la ministra.

Y, si, tan innoble les parece el toro, como para que matarlo con una espada sea poco menos que un crimen, que me digan a mí los iconoclastas, perdón, ecologistas, si se atreverían a torear a un morlaco en la dehesa, cuando está criándose. Ya no digo en la plaza, en la dehesa, que es mucho más extensa, me vale. Venga, que no nos chupamos el dedo. Que tenéis más miedo que vergüenza.

Aunque luego también son de risa las reacciones de diversos parlamentarios (no se merecen aún el calificativo de políticos) como Pepiño, que dice ser "aficionado visual" a la Fiesta. ¡Hombre, es que si no lo fueses visual, bajabas al albero a torear, no te digo!. Quieren ser tan políticamente correctos que les salen todos los tiros por la culata.

Quede claro que no tengo nada en contra de la forma en que el toreo se celebra en Portugal, sin matar al animal en el ruedo, porque hay lances de gran belleza, pero el toro es una de las tradiciones españolas más arraigadas, y no tiene por qué venir la ahorradora de agua a decirnos si debemos o no torear, o dar al morlaco la oportunidad de defenderse hasta su último aliento (más de un torero ha muerto al entrar con el estoque).

En fin, esperemos que simplemente sea una pataleta pasajera de la ministra de las desaladoras. Que, por cierto, ¿dónde están?. No se ven.